hace unos días iba caminando dentro de ciudad universitaria y pasó junto a mí un coche lleno de estudiantes. me dijeron algo, ese tipo de cosas que ese tipo de individuos dicen en situaciones de ese tipo. me di vuelta y comencé a gritar algunos insultos y frases preelaboradas que cargo siempre conmigo para esas ocasiones. por supuesto, el único estudiante que asomó la cara sólo lo hizo para mostrarme una sonrisa cínica y burlona. yo seguí diciendo lo que tenía que decir. retomé mi rumbo cuando el coche se alejó lo suficiente. tenía ganas de llorar. me las aguanté y seguí caminando. a veces gasto demasiada energía haciendo cosas así, gritándole pronunciamientos inútiles pero cruciales al vacío.
hoy un tipo me siguió y luego yo terminé persiguiéndolo.
en la mañana salí de mi casa y tomé el camino de siempre. crucé un camellón y pasé enfrente del tipo. entonces él comenzó a seguirme. caminó detrás de mí y después casi a mi lado. noté que traía la mano dentro de la bolsa delantera del pantalón. venía frotándose el pene. dejé que me rebasara y luego caminé hasta el puente que debo usar todas la mañanas para cruzar tlalpan. por un momento lo perdí de vista, pero sospeché que aún me seguía. caminé por el puente y casi al llegar al otro lado, el individuo me alcanzó y me dijo ese tipo de cosas que ese tipo de individuos dicen en situaciones de ese tipo. en fin. me di vuelta con la intención de darle un bolsazo en la cara, pero cuando vi su rostro me di cuenta de que era mala idea. alcancé a bajar el brazo. comencé a gritar los insultos y las frases preelaboradas de siempre. el tipo me agarró del brazo, quizá pensó que sí lo iba a golpear. forcejeamos. éste también sonreía. siempre sonríen. le grité que me soltara. me di cuenta de que no tenía caso usar insultos ni frases preelaboradas ni argumentar a favor del respeto y la dignidad y no sé qué más. entonces comencé a gritar. fueron gritos sostenidos, impecables, completos. grité hasta vaciar todo el aire y luego volví a gritar. sentí cómo el sonido raspaba mi garganta. el tipo me dijo que estaba loca. ¿loca? ¿yo? resultó que la loca era yo. en fin, la mayoría de la gente percibe el mundo diferente que tú, pero unos cuantos pueden percibirlo exactamente al revés. siempre me ha causado fascinación que se produzcan momentos antitéticos tan puros, los cuales sólo pueden durar un segundo. el huey se alejó. comenzó a correr y aceleró aun más el paso cuando vio que yo lo iba persiguiendo por el puente. bajó las escaleras y yo desde arriba decidí ponerlo en evidencia ante la gente que transitaba por la calle. le grité de nuevo algunas frases preelaboradas. sin insultos. otro individuo lo atajó y se le enfrentó. el hombre que me dijo que estaba loca lo esquivó y siguió corriendo. el otro lo persiguió hasta que los perdí de vista. qué irónico y típico: un macho dándole una lección a otro macho, sin otro motivo más que el de sacarle brillo a su hombría. no se me hubiera ocurrido un mejor desenlace.
es sano tener malos pensamientos. abandonarse a fantasías sucias y realizarlas puede ser trascendental. eso pienso yo. algunas perversiones dignifican. pero otras no. otras no.
es indispensable distinguir esos matices.
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