20070305

nueve de cada diez

ustedes recordarán esa parte de el exorcista en que el demonio (pazuzu), que está dentro del cuerpo de regan y atado a la cama, pide que, por favor, lo desamarren. el padre karras le responde que, bueno, si es quien dice ser, simplemente haga desaparecer las ataduras. el demonio responde con una elegante ironía: "eso sería una demostración de poder demasiado vulgar".
en nueve de cada diez microbuses que abordo, el conductor hace esfuerzos casi épicos por pasarse los altos, ir a exceso de velocidad para luego sentir (y hacer sentir a los veinticinco pasajeros) la tan mediocre adrenalina de un enfrenón, intimidar a los peatones, provocar a otros conductores, escuchar la música a un volumen que hace desaparecer la música y brotar la noción más impecable de ruido que conozco, fuma y le tira los perros a quien se deje o, de menos, le mira y lame imaginariamente las tetas.
una no puede menos que concluir que a estos hombres no les interesa el poder. es más, ni siquera las demostraciones de poder. les interesan las demostraciones vulgares de poder o, aún mejor, las demasiado vulgares.
será que ya llegamos al punto en que el demonio puede darnos clases de dignidad?